top of page

Regulación Emocional y Cerebro: Cómo Ampliar Nuestra Ventana de Tolerancia

Foto del escritor: Rosa HidalgoRosa Hidalgo


La ventana de tolerancia, concepto desarrollado por Siegel, D. J. (1999), describe el rango óptimo en el que nuestro cerebro procesa emociones y responde de forma equilibrada. Cuando nos salimos de esta ventana, podemos experimentar hiperactivación (ansiedad, estrés) o hipoactivación (apatía, desconexión).


¿Qué Sucede en el Cerebro?

Nuestro sistema nervioso autónomo regula nuestras respuestas al estrés a través de dos mecanismos principales:


El sistema simpático (activador): Prepara el cuerpo para la acción, aumentando la frecuencia cardíaca y la tensión muscular.

Ejemplo: Recibes una llamada inesperada con una noticia emocionalmente difícil, como un problema familiar grave. Inmediatamente sientes un nudo en el estómago, tu corazón late con fuerza y tu respiración se acelera, preparándote para reaccionar.


El sistema parasimpático (regulador): Restaura el equilibrio, reduciendo la activación fisiológica.

Ejemplo: Después de colgar el teléfono, te tomas unos minutos para respirar profundamente, te sientas y comienzas a procesar la información. Poco a poco, tu frecuencia cardíaca disminuye, la tensión en tu cuerpo se reduce y empiezas a pensar con más claridad.


¿Por qué es importante ampliar nuestra ventana de tolerancia?


El tamaño de nuestra ventana de tolerancia no es fijo. Numerosas investigaciones han mostrado que el trauma, el estrés crónico y las experiencias adversas pueden estrechar esta ventana, haciendo que reaccionemos de manera más intensa ante estímulos que en otras circunstancias podríamos manejar con calma.

Por otro lado, el uso de estrategias de regulación emocional y el fortalecimiento de la resiliencia pueden expandir esta ventana, facilitando respuestas más adaptativas y flexibles ante los desafíos "del día a día."


Cuando la ventana de tolerancia se expande, la corteza prefrontal—encargada de la autorregulación y el pensamiento racional— logra modular mejor las respuestas de la amígdala, facilitando una evaluación más clara de las situaciones y reduciendo reacciones automáticas de lucha, huida o congelación.


Por ejemplo, una persona con una ventana de tolerancia más amplia puede recibir una crítica sin sentirse paralizada o reaccionar impulsivamente. En cambio, alguien con una ventana reducida puede experimentar ansiedad intensa o desconectarse emocionalmente ante la misma situación.


Conclusión:


Ampliar nuestra ventana de tolerancia no es solo una cuestión de bienestar individual, sino también de mejorar nuestras relaciones y nuestra capacidad de adaptación al entorno. En un mundo lleno de estímulos e incertidumbre, entrenar nuestro sistema nervioso para responder con mayor equilibrio puede marcar la diferencia entre sentirnos atrapados por nuestras emociones o navegar con mayor fluidez los altibajos de la vida. La pregunta es: ¿qué estás haciendo hoy para darle a tu cerebro más espacio para respirar?

 

 
 
 

Comments


bottom of page