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¿Qué tienen en común las personas felices?

  • Foto del escritor: Rosa Hidalgo
    Rosa Hidalgo
  • 23 jul
  • 3 Min. de lectura

Todos buscamos la felicidad, pero ¿qué significa realmente ser feliz? ¿Depende del entorno, de los genes, de nuestra actitud? Sabemos que la felicidad no es un estado permanente, sino una forma de relación con uno mismo, con los demás y con la vida. Hoy quiero compartir contigo qué tienen en común las personas que se consideran felices.

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1. Tienen conexiones sociales significativas


El ser humano es social por naturaleza. Las personas felices no siempre tienen muchos amigos, pero sí relaciones profundas, honestas y seguras. La neurociencia ha demostrado que el contacto social activa regiones cerebrales asociadas al placer, como el núcleo accumbens. El apego seguro, la intimidad emocional y el apoyo mutuo reducen el cortisol (hormona del estrés) y potencian la oxitocina, vinculada al bienestar y la confianza.


Quienes tienen vínculos auténticos suelen regular mejor sus emociones y recuperarse antes cuando sufren una crisis.


2. Practican la gratitud y la atención plena


La gratitud es uno de los predictores más consistentes de la felicidad, la práctica regular de la gratitud modifica la actividad del córtex prefrontal, asociado con la regulación emocional y la toma de decisiones. A esto se suma el mindfulness, que ayuda a salir del piloto automático y conectar con el presente, lo que reduce la rumiación y mejora el estado de ánimo.

No es ignorar lo que duele, sino dar espacio también a lo que nutre y da sentido.


3. Se permiten sentir (y no solo lo bonito)


Una creencia común es que las personas felices no sienten tristeza, miedo o frustración. Pero no es así. Lo que tienen en común es la capacidad de aceptar su mundo emocional, sin juzgarlo ni reprimirlo. Desde la terapia de aceptación y compromiso, aprendemos que la regulación emocional no consiste en evitar, sino en aprender a acompañar lo que sentimos con respeto y coherencia.

La amígdala, que detecta peligro, responde menos en personas que practican esta aceptación emocional, lo cual favorece una mayor sensación de seguridad interna.

 

 

4. Tienen un propósito vital claro


Las personas felices no necesariamente lo tienen “todo resuelto”, pero sí tienen un sentido de dirección, un para qué. La motivación intrínseca, el crecimiento personal y el sentirse útil activan el sistema dopaminérgico, que refuerza la sensación de plenitud. No se trata de grandes metas, sino de pequeños compromisos alineados con los propios valores.


5. Cuidan su cuerpo como parte de su salud mental


El cerebro es cuerpo. Dormir bien, moverse, respirar de forma consciente o alimentarse de manera saludable, no solo previenen enfermedades físicas, sino que mejoran directamente el estado de ánimo. El ejercicio, por ejemplo, aumenta los niveles de serotonina y endorfinas, fundamentales para la regulación emocional.

Lo psicológico y lo biológico no son enemigos, son parte de lo mismo.

 

En resumen…


Las personas felices no son perfectas, ni están siempre bien. Pero han aprendido a cuidar sus relaciones, conectar con el presente, autorregular sus emociones, encontrar sentido en lo cotidiano y cuidar su cuerpo como una forma de quererse. Y eso, más que un rasgo, es un entrenamiento.


No hace falta cambiar de país, apuntarse a yoga aéreo ni desayunar semillas impronunciables. A veces basta con mirar a quién tienes cerca, dormir una hora más o dejar de exigirte tanto.


"Ahí, en lo cotidiano, es donde empieza lo importante".

 

 
 
 

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