La Prueba del Marshmallow: ¿Y si tu autocontrol dependiera de tu cerebro?
- Rosa Hidalgo
- 10 jul
- 3 Min. de lectura
¿Te comerías un marshmallow ahora o esperarías 15 minutos para tener dos?
Esa fue la propuesta que el psicólogo Walter Mischel hizo en los años 60 a un grupo de niños en la Universidad de Stanford. Lo que parecía un simple juego infantil terminó convirtiéndose en uno de los experimentos más famosos sobre la autorregulación, y sigue dando de que hablar hoy…

¿Qué pasaba en el cerebro de esos niños?
Cuando hablamos de autocontrol, hablamos del cerebro. En concreto, de una parte que nos diferencia de muchos animales: la corteza prefrontal. Esta zona, justo detrás de tu frente, es la que nos ayuda a planificar, resistir impulsos, tomar decisiones y pensar en el futuro.
En la Prueba del Marshmallow, los niños que lograban esperar, activaban más esta región, mientras que aquellos que se lanzaban al dulce, sin dudarlo, tenían más actividad en el sistema límbico, (el centro del placer y la recompensa inmediata, especialmente la amígdala y el núcleo accumbens).
Es como tener dos voces dentro de ti: una dice “cómetelo ya” y la otra “espera un poco más, y será mejor”.Y cada día, en nuestra vida adulta... seguimos teniendo esa misma conversación.

¿Y qué tiene que ver eso contigo?
La respuesta es: TODO.
Cuando eliges salir a caminar en lugar de elegir a Netflix por inercia: "Marshmallow".
Cuando postergas una compra innecesaria para ahorrar: "Marshmallow".
Cuando respiras profundo en lugar de contestar con rabia: "Marshmallow"
La capacidad de posponer la gratificación está relacionada con una vida más saludable, con relaciones más estables y con un mejor manejo emocional.
¿Se nace con autocontrol o se entrena?
Buena noticia: se entrena.
Aunque hay diferencias genéticas y temperamentales, sabemos que las experiencias tempranas y el entorno marcan mucho. Los estudios actuales muestran que los niños que viven en ambientes más seguros y predecibles son más propensos a esperar, porque han aprendido que la recompensa sí llegará.En cambio, quienes han crecido con carencias o promesas incumplidas, pueden optar por el "mejor ahora que nunca".
Es decir: no es que no tengan autocontrol, es que su cerebro aprendió a sobrevivir así.
¿Cómo entrenamos el músculo del autocontrol?
El autocontrol se entrena en lo cotidiano, con pequeños gestos que suman. Aquí van algunas ideas prácticas para poner en marcha desde ya:
Respira antes de reaccionar: Cuando notes que vas a decir o hacer algo por impulso, haz una pausa y toma aire. Solo con eso, ya estás enseñándole a tu cerebro a esperar.
Ten a la vista lo que te motiva: Una foto, una frase, un post-it en la nevera. Recordarte por qué quieres lograr algo (ahorrar, dejar el tabaco, comer mejor) te ayuda a no caer en lo inmediato.
Hazlo fácil: organiza tu entorno: Si tienes galletas en la mesa, vas a comer galletas. Si pones el móvil en otro cuarto, leerás más. Cambiar el entorno a tu favor es más efectivo que solo “resistir”.
Cuida tu cuerpo para cuidar tu mente: Dormir bien, comer de forma regular, moverte un poco… Todo esto fortalece tu capacidad de decidir con calma. Un cerebro cansado siempre elegirá la gratificación rápida.
Y recuerda...
La próxima vez que tengas que elegir entre el "Marshmallow ahora" o el "Marshmallow doble luego", recuerda que no es solo una cuestión de fuerza de voluntad, sino de cómo tu historia, tu contexto y tu cerebro se han ido formando con el tiempo.
Cada pequeña decisión es una oportunidad para entrenar tu autocontrol, no desde la exigencia, sino desde la conciencia.
Porque no se trata solo de resistir la tentación, sino de construir una vida donde lo que esperamos tenga sentido.




Comentarios